Friday, October 07, 2005

Sacado de "la prensa" en la sección de opinión, escrita por Paulovich:

Mi tía Constituta
Paulovich

¿Por qué teniendo una tía que se llama Encarnación, y otra que se llama Transfiguración, no podría tener otra que se llame Constitución y a la cual pueda decirle en mis momentos de especial ternura tía Constituta...?
Mi tía Constituta es presumida y un día dijo ante todos mis parientes: “van a saber, ustedes, que yo soy inviolable...” y todos prorrumpieron en una carcajada, y en sindicaciones irrespetuosas que decían “¡acuérdate del General Fulano, y del Coronel Mengano, y de los doctores Perengano y Zutano que te violaron las veces que quisieron!”, pero mi tía no se inmutó, y respondió: “¡irrespetuosos, nunca olviden que un orador chuquisaqueño dijo de mí que soy la Tía de las Tías!”.
Salí en defensa de mi tía Constitución sosteniendo que ella nunca tuvo la culpa de tales agresiones y que fue la víctima de sus violadores, tratando de echar el fardo de la culpa a éstos, pero un abogado cochabambino me salió al frente para decirme: “no te olvides que la suerte de la República exigió a veces la violación de la tía”, palabras que reavivaron el dolor de mi tía Constituta, quien se echó a llorar y se puso a decir entre gemidos: “¡soy una pobre desgraciada pues todos proclaman que me respetan y en un momento de necesidad me violan, asegurando que será la última vez!”.
El llanto de mi tía nos conmovió a todos, y algunos de mis parientes se acercaron a ella y comenzaron a besuquearla y a manosearla hasta que ella se fastidió y les dijo: “¡fuera manos! Pues no me gustan esos tipos que con el pretexto de consolarme me empiezan a toquetear”, lo que me hizo recuerdo de algunos parlamentarios que en días pasados proclamaban el respeto a la Constitución y al mismo tiempo proponían una violadita por última vez, aunque fuera chiquita.
Otros de los sobrinos de mi tía me explicaron que nuestra pariente era buena pero que a veces era inoportuna y demasiado estricta para una parentela díscola, irresponsable y egoísta en la cual cada uno tira por su lado, por lo que a veces había que echarla a un lado, argumento que no me convenció, y dijo mi tía Constituta: “no me importa que cada uno tire por su lado —lo cual me parece saludable y regocijante— y tampoco protesto porque me echen a un lado, pero lo que no acepto es que digan públicamente que me respetan y que en cualquier callejón parlamentario me violen, y después de violarme se laven las manos como si se las hubieran pringado conmigo”.
Me dio pena mi tía Constitución y le dije que dejara de llorar porque ahora los inteligentes hijos de esta tierra realizaríamos una Asamblea Constituyente para cambiarla por otra, respondiendo mi pariente: “no se trata de tener una Constitución u otra, sino de respetarla y hacerla respetar. Con tristeza te puedo decir que tu próxima tía Constituta también será violada por este conjunto de tribus formadas por flojos, mentirosos y ladrones”.
Mi tía se marchó triste y la acompañé hasta su casa para defenderla de tanto violador.


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